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Bonos de Impacto Social, precauciones de uso


Hace unos días la Fundación CODESPA y UpSocial han presentado un documento divulgativo sobre la utilización de Bonos de Impacto Social (BIS) para el desarrollo. Un nuevo instrumento financiero que se está utilizando para estructurar pagos por resultados (concretamente por éxito) para la resolución de problemas sociales. Este método, que ha despertado interés en varios países europeos que están buscando nuevas fórmulas para generar mayor eficiencia y eficacia en el sector. La pregunta que surge es ¿son los BIS la solución a un problema social persistente? Y la respuesta, como siempre es: depende. Si estamos ante una nueva burbuja en la cooperación, aquí va mi aviso genérico: no os dejéis sugestionar fácilmente. No todo aplica a cualquier contexto. Es seductor pensar en un instrumento que sólo paga por resultados obtenidos, pero su aplicación no es tan sencilla como parece en la teoría. Hay que empezar un por una lectura de la situación profunda y un análisis de incentivos claro. Aquí algunas precauciones necesarias:

- Puede darse una generación de incentivos perversos que desvirtúen el instrumento, por lo que una definición y testeo sistemático del instrumento es clave para evitar que haya resultados inesperados con consecuencias negativas.

- No vale para todo. Hasta ahora se están aplicando para resolver problemas fácilmente cuantificables en los que los indicadores sean verificables. En el momento en el que se enfrentan a mediciones un tanto cualitativas, su justificación es inviable. Ahora pensemos, qué indicadores responden exactamente a la solución de un problema social. Hoy en día los problemas son multidimensionales y los indicadores son únicamente el reflejo de una de las aristas de cualquier problema, con lo que la simplifiación puede ser, en algunos casos, peligrosa.

- El reparto del riesgo es clave para su fucionamiento: el que paga solo lo hace por éxito, pero cómo se reparte entre el inversor y el implementador depende del diseño del instrumento. Si es el inversor, adecuar el instrumento a su perfil de riesgo es clave, encontrar inversores con ese perfil, complejo. Si el que asume el riesgo es el implementador (o al menos parcialmente), cuidado con los perfiles con los que se trabajan (la aversión al riesgo financiero de las ONGs puede ser una barrera clara)... si no lo hace, cuidado con su desincentivo hacia el éxito.

- Los sistemas de evaluación y monitoreo tienen que ser certeros y simples (y esto es caro). Con lo que hay que cambiar sustancialmente las formas de desarrollo de estos sistemas en las ONGs o empresas que participen y hay que buscar indicadores que reflejen exactamente lo que se persigue.

Dicho todo esto... bienvenida sea otra mirada y un instrumento que, bien utilizado, puede generar eficiencia y movilizar más fondos hacia determinados problemas sociales con la participación de inversión privada. Sin embargo, no conviene obsesionarse y crear expectativas banas, aunque los BIS han venido para quedarse, no serán la panaceade la reforma de la provisión de servicios públicos.

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